13 octubre, 2013

L’Argentine, une décennie hors de la "zone dollar"

  

A propos de l’ouvrage collectif dirigé par Juan Grigera, Argentina después de la convertibilidad (2002-2011), Imago Mundi, Buenos Aires, mars 2013, 304 pages. Disponible chez l’éditeur www.imagomundi.com.ar, 15€ plus frais de port.

http://www.contretemps.eu/lectures/argentine-d%C3%A9cennie-hors-zone-dollar


Le parallèle entre la périphérie de la zone euro en crise, la Grèce en particulier, et l’Argentine de 2001 est souvent fait (dans le film Debtocracy par exemple). On connait l’histoire : un peu comme pour la zone euro, le gouvernement argentin avait choisi de se passer de monnaie autonome en fixant une parité fixe avec le dollar (la « convertibilité » : 1 peso argentin = 1 dollar). Cette parité, maintenue de 1991 à 2002, correspond à une période de néolibéralisme effréné : « privatisation des services publics, flexibilisation du travail, ouverture commerciale et financière » (p. IX)1. Ce modèle économique explosera dans une terrible crise financière, sociale et politique en décembre 2001. La population reprend alors l’initiative et, en quelques semaines, fait tomber quatre présidents. Le 23 décembre 2001, l’Argentine fait défaut sur le remboursement de la dette et, le 6 janvier 2002, la convertibilité est abandonnée2.
Que c’est-il passé ensuite ? Les marines états-uniens ont-ils envahis l’Argentine ? La terre s’est-elle ouverte sous les pieds des argentins ? L’ouvrage collectif dirigé par Juan Grigera propose de revenir sur la décennie qui suit la fin de la convertibilité et surtout qui s’ouvre avec la mobilisation sociale de décembre 2001. « L’activité politique de cette période qui a ouvert des portes, tapé sur des casseroles, récupéré et remis en production plus de 200 usines, débattu en assemblée de quartier et a semblé faire sortir les épargnants de leur condition d’individus à relation bancaire, a constitué divers sujets politiques d’une force sociale inédite. Néanmoins, ces forces sociales, capables d’avoir un ‘‘moment hégémonique’’ juste après la crise, n’ont pu mettre en œuvre une stratégie (qui de toute évidence n’existait pas) ni empêcher un règlement suivant le schéma dominant » (p. X).

09 octubre, 2013

Las víctimas afganas de Estados Unidos




Bob Dreyfuss y Nick Turse
The Nation

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Cuando un soldado estadounidense muere en Afganistán, su muerte no es una muerte anónima. Se lamenta la tragedia de esa pérdida y se recuerda y homenajea su vida. En muchos de los casos, los medios locales y estatales cubren de forma destacada esa muerte, a menudo durante varios días. El Pentágono recoge debidamente la pérdida, se entregan medallas, se regala una bandera ceremonial a los supervivientes y el Departamento de Defensa paga 100.000 dólares de indemnización a la familia del soldado, más los atrasos, seguros, subvenciones por vivienda, etc.
Pero cuando un afgano muere en la guerra –especialmente un civil afgano-, su muerte raramente es recogida por el mundo exterior. Y, con frecuencia, esa muerte ni siquiera aparece registrada en los hospitales y morgues afganos. Cuando le preguntaron a Said Jawad, ex embajador afgano ante EEUU, que si su país tiene registros de las víctimas civiles, contestó suspirando: “¿Sabe qué? En Afganistán ni siquiera tenemos certificados de nacimiento. ¿Sabe que ni siquiera tenemos una lista de los soldados y policías afganos, de los miembros de las fuerzas de seguridad, que mueren?”. La mayor parte de los estadounidenses apoyó decididamente la invasión de Afganistán en 2001, pero hace mucho tiempo que rechaza de lleno un conflicto (en septiembre entró en su treceavo año) que en muchos aspectos es la guerra más larga en la historia estadounidense. Una razón importante del cambio en la opinión pública es la lista de soldados, marineros, aviadores y marines muertos y heridos, que cada vez crece con mayor rapidez. En los últimos tiempos, los políticos repiten de memoria que la guerra le ha costado a EEUU más de 2.200 muertos, miles de heridos y al menos 640.000 millones de dólares. Pero incluso entre los más acérrimos políticos y expertos antibelicistas, pocos se toman la molestia de mencionar el coste para los afganos. “No forma parte del discurso estadounidense”, dice John Tirman, autor de The Deaths of Other: The Fate of Civilians in America’s War [Las muertes de los otros: El sino de los civiles en las guerras de EEUU]. “No hay políticos que se alcen en defensa de los civiles”.

Sin Permiso y el presupuesto yanqui



Este dossier consta de los siguientes textos:

1)     James K. Galbraith: El gobierno no tiene que pedir prestado para gastar

2)     Alejandro Nadal : Guerra ideológica: la clausura de un gobierno

3)     The Lancet : La asistencia sanitaria en los EE.UU. en la cuerda floja

4)     Andy Borowitz: Millones de personas huyen de Obamacare



Dossier Sin Permiso
James K. Galbraith · Alejandro Nadal · The Lancet · Andy Borowitz · ·06/10/13


EE.UU.: ¿Tiene de verdad que cerrar el gobierno y bloquear Obamacare?